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Un paseo por El Malecón de La Habana

El Malecón de la Habana ofrece un perspectiva distinta de la capital de Cuba

Teníamos dos opciones. Volver al hotel para cambiarnos la ropa mojada o seguir el paseo tal como estábamos. Optamos por la segunda y partimos a El Malecón de La Habana.

Un paseo por El Malecón de La Habana

Tomamos un Coco Taxi y partimos para El Malecón. El viento del camino iba secando nuestra ropa mientras yo iba tirando fotos tras el chofer. Así llegamos de regreso a La Habana Vieja.

Las nubes cubrían la ciudad, pero ya no llovía. Comezamos nuestro paseo a la altura de la Plaza Máximo Gómez. Había poca gente. Algunos turistas y cubanos paseando mientras algunas personas pescaban a orillas de El Malecón. Nos sentamos a observar el oleaje y la figura del faro que sobresalía en el castillo de San Carlos de la Cabaña. En eso un distraído pelícano aterrizo a dos metros de nosotros. Unos cubanos que estaban pescando le dieron un pequeño pescado. El pelícano lo cogió con el pico, nos observó y saltó. Todos nos quedamos mirando y asomamos la cabeza por el borde de cemento. Más abajo, apoyado sobre otra saliente de cemento, el pelícano se tragaba el pequeño pescado.

El borde de El Malecón está compuesto por una hilera de edificios. Algunos están restaurados y otros a punto de caerse. A pesar de esto el conjunto resulta armónico, mientras a lo lejos se alcanzan a distinguir otros barrios de la ciudad.

Avanzamos un buen trecho hasta que comenzó a anochecer, tomamos otro Coco Taxi hasta la siguiente parada: El Floridita.

Por Hernán Castro Dávila

El amor por los viajes, la escritura, la fotografía y la comunicación me ha impulsado a forjar mi propio camino dentro del periodismo. Creo en nuestra capacidad de expresión como ciudadanos del siglo XXI. Yo la practico desde mi blog, las redes sociales y la educación. Si queremos que este mundo cambie, debemos comenzar por nosotros mismos.

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