

El colectivo me llevó desde cerro Los Placeres a calle Pudeto, en el Plan de Valparaíso. Desde ahí crucé caminando Plaza Aníbal Pinto y seguí por calle Esmeralda. El comercio local estaba abriendo sus cortinas, mientras los oficinistas transitaban por las veredas estrechas bajo la figura omnipresente del reloj Turri. Los diarios titulaban sobre una crisis en la ciudad, pero las personas seguían su vida normal. Es que en Valparaíso no es raro hablar de crisis cada cierto tiempo.
Ya casi llegando a Plaza Sotomayor encontré la dirección que me dieron de RIL Editores. El edificio se llamaba Puerto Principal. Tomé un ascensor que subió lentamente hasta el piso 9, toqué el timbre y ahí estaba Ernesto Guajardo, editor y director de RIL Editores Valparaíso.
Apenas crucé la puerta vi un espacio amplio, iluminado y con una hermosa vista a los cerros más icónicos de la ciudad. Desde un ventanal circular se podían apreciar los cerros Concepción, Alegre y Cordillera. Durante unos minutos me distraje buscando el Palacio Baburizza y algunos ascensores.
Dentro de la oficina me encontré con buena parte del catálogo de editorial RIL. Me detuve con especial cuidado en aquellos textos sobre Valparaíso. Ahí estaban “Valparaíso, la ciudad de mis fantasmas”, de Manuel Peña Muñoz; “Memorial de Valparaíso” de Alfonso Calderón; “Valparaíso al trasluz” de Alfredo Larreta Lavín y Julio Hurtado Ebel, entre muchos más.
Escribir sobre la ciudad



RIL Editores surgió a principios de los noventa de la mano de Eleonora Finkelstein y Daniel Calabrese. En medio de la euforia tras la caída de la dictadura y la recuperación democrática sus primeros libros eran sobre poesía, teatro y literatura. Más tarde se sumarían las ciencias sociales.
Su primera aproximación a la ciudad la realizaron a través de Manuel Peña Muñoz y su libro de crónicas “Ayer soñé con Valparaíso”, que sirvió de antecedente para postular a Valparaíso como Patrimonio de la Humanidad ante la Unesco allá por el año 1998.
Luego le siguieron libros de crónicas, más otros de poesía e historia, consolidando una línea en el tiempo y dando forma a la Biblioteca Valparaíso, concepto más amplio y que permitía incorporar distintos tipos de obras. En ella se integraron diversas miradas sobre la ciudad durante el siglo XX y la actualidad, usualmente instaladas más allá del discurso oficial. Para Ernesto, hoy existe una bibliografía cada vez más diversa, incorporando clases sociales o conflictos políticos recientes que antes estaban vedados.



Revisando este registro del Valparaíso del siglo XX, Ernesto afirma que muchos de los problemas que aparecen como recientes, en verdad son parte de la historia de Valparaíso: acceso al mar, vendedores ambulantes, delincuencia, perros callejeros. Quizá la única temática realmente novedosa sea la de los grafitis.
Arribar a Valparaíso

Con todos esos antecedentes sobre la ciudad y contra todo prejuicio, RIL decidió abrir una sucursal en Valparaíso. Y es que aquello que para otros santiaguinos resultaba del todo disparatado, para sus dueños tenía el mayor de los sentidos.
Muchas personas les dijeron que no lo hicieran, que mejor se fueran a Viña del Mar, que era un despropósito abrir una sede en Valparaíso. Y sin embargo ellos lo hicieron el 2016.
¿El motivo? La relación de la editorial con la ciudad, ser la capital de la segunda región que publica más libros en Chile y transformarse en la única editorial que tiene una sede regional. En definitiva, era devolverle una mano a la ciudad que les había dado tanto.
A su llegada fueron bienvenidos por los porteños y los escritores de la zona. Eso sí, su arribo no fue para disputar mercados ni imponer un sello editorial. Su objetivo era cohabitar el territorio y hacer un esfuerzo por profesionalizar el oficio editorial; llevar parte de la producción porteña a otros formatos, incluido el digital -el que funciona muy bien para las ventas al extranjero-, así como el impreso, con distribución en todo Chile.
El sueño de Ernesto es que con el tiempo las personas deseen publicar en Valparaíso. ¿Y por qué no? Si en esta ciudad muchas veces sucede lo imposible. No por nada es Valparaíso, la ciudad que se ha inventado una y mil veces, y que sin proponérselo atrae a artistas, intelectuales, empresarios y extranjeros a pesar de toda la mala fama que difunden desde Santiago.



Me despido de Ernesto. Ya pasado el mediodía atravieso la calle y bajo los tres peldaños del Restorán Capri para almorzar algo de comida chilena. Pido un caldillo de congrio y observo como de a poco el local se va llenando de comensales: Oficinistas, turistas y algunas familias porteñas.
El ritmo de la vida es cíclico en esta ciudad tan especial. A veces pecamos de optimistas y otras exageramos lo negativo, como bien me explicó Todd Temkin en una conversación en el Café República Independiente de Playa Ancha hace unos días atrás.
Luego de vivir más de dos décadas en Valparaíso y haber leído varias de las crónicas sobre la ciudad, confirmo aquello que afirmara Ernesto. Muchas de las cosas que hoy grita la prensa como novedad, son temas históricos. Por eso los porteños no se inmutan y siguen viviendo el día a día. Algo que para los santiaguinos resulta incomprensible, pero también muy atractivo. Por eso siempre visitan la ciudad, compran los libros que hablan de ella y comparten sus fotos en las redes sociales. Toda una atracción fatal de la que RIL, afortunadamente, no pudo escapar.
22 de abril del 2019
3 respuestas a «RIL, la editorial que se enamoró de Valparaíso»
Me gustaría comprar el libro,”ayer soñé con Valparaíso”. Vivo en Zaragoza, España.
Hola Elena, consultaré con alguien de la editorial. Saludos.
Hola Helena. Debes ponerte en contacto con Francisco Najarro en el siguiente correo: europa@rileditores.com. Saludos, Hernán.