Cuántos años caminando por las estrechas calles del Cerro Panteón. Recuerdo cuando mi mayor preocupación era sentarme a redactar mi tesis y la mejor fórmula que tenía para disminuir la ansiedad era salir a rodear el Cementerio de Disidentes a paso lento, deteniéndome en los miradores, perdiendo la vista en la ciudad y presintiendo que entre tanta gente había un lugar esperando para que yo apostara mis fichas. Y así fue. Claro que muchas cosas pasaron en el camino. Hubo que librar grandes batallas y enormes pérdidas personales, tras lo cual la ciudad me recibió amable. Ya era un porteño más, con casa y trabajo en Valparaíso.
7 de diciembre del 2013