A raíz de la instalación de la librería Fondo de Cultura Económica en Valparaíso que destaca al reconocido escritor Manuel Rojas (1896-1973), surgió la oportunidad de escribir sobre uno de los novelistas más consagrados de la literatura nacional y latinoamericana. En estas primeras líneas de remembranza, es imposible no recordar a su buen amigo Carlos León, con quien compartió una entrañable amistad y largas caminatas por el Puerto.
Tal como cuenta León en Hombres de Palabra, el creador de Mejor que el vino, “poseía la seriedad y la responsabilidad que se les atribuyen a los notarios y una franqueza aterradora”. Probablemente, estas características las forjó en su extenuante caminata desde Mendoza hasta Santiago de Chile, en los cuales recorrió más de 200 kilómetros para llegar al país natal de sus padres. Rojas, anhelaba redescubrir esta angosta franja de tierra que pisó por primera vez a los cuatro años.
Quizás, su instinto le decía que tenía que llegar al territorio en el cual descubriría su talento literario. Si bien, para Rojas,sus primeros manuscritos eran los peores que se habían redactado en el hemisferio sur, con el correr del tiempo se transformó en un importante escritor que contaba con diversos reconocimientos. Gracias a sus potentes obras lanzadas a principios del siglo XX, obtuvo por unanimidad el Premio Nacional de Literatura 1957, que lo situó en la historia de los más grandes exponentes de nuestro país.
Manuel Rojas y Valparaíso
Hace unos días conversé con Jorge Guerra, director de la Fundación Manuel Rojas, quien me contó que la relación de Rojas con Valparaíso era profundamente emotiva y vivencial. Fue en este lugar el escenario de sus experiencias más significativas; conoció el mar, la mayoría de sus novelas se basaron en la ciudad, y sin duda, era la urbe que más apreciaba de Chile.
En sus escritos se refleja lo bien que conocía la ciudad a la cual emigró a los 18 años y que lo acogió como un porteño más. En Valparaíso realizó múltiples oficios que lo ayudaron a subsistir y conocer una realidad proletaria que jamás olvidó. Sin duda, leer al novelista autor de más de una veintena de obras, es sentir que uno recorre las calles y estrechos caminos de una zona llena de contrastes, marcada por la pobreza y modernidad.
La pluma de Rojas no sólo tenía un profundo sentido existencialista, sino que logró retratar la vida nómada de personas errantes, a quienes caracterizó sin caretas ni rimbombancias. Recordar a Manuel Rojas no es sólo mencionar a una de las mejores plumas del país, sino que es también hablar de un hombre que nunca olvidó sus raíces ni las causas populares que tanto lo conmovieron.
Para Rojas, como le evidenció una vez a Carlos León, lo más importante a la hora narrar era conocer la esencia de los personajes. Al leer el legado del escritor, es innegable no darse cuenta que sus letras poseen la esencia de Valparaíso.
Por Tamara Candia Ahumada
Periodista del Museo Baburizza