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Talleres de cocina junto al Lago Llanquihue: Descubre tu chef interior

Cocina junto al Lago Llanquihue: Conoce la historia tras las recetas, recolecta los ingredientes y prepara tus propios platos de comida sureña en locaciones de ensueño

El Lago Llanquihue deslumbra por la belleza de sus paisajes y los tesoros naturales que lo rodean. Pero junto a las postales de volcanes, saltos de agua, ríos y bosques nativos, habitan personas que por mucho tiempo han convivido con la naturaleza y cosechado sus frutos para alimentarse, pero también para mantener vivos los sabores de su infancia y las tradiciones de la cocina junto al Lago Llanquihue.

Es así como descendientes de alemanes, chilotes y mapuches huilliches han desarrollado una gastronomía local que es reconocible dentro de Chile y el extranjero. Y que hoy, además de disfrutarla en la terraza de un restaurante, puedes experimentar en forma integral, desde la recolección en el huerto o el bosque hasta el proceso de cocción a la orilla de un fogón. Aquí te contamos cómo y dónde hacerlo. 

Cocina junto al Lago Llanquihue

Cocina junto al Lago Llanquihue

Blanca & Co

Blanca Velacoracho llegó desde España hace 8 años. Amante de la cocina, se formó en Barcelona (Escuela de Hostelería Hoffman y Escuela CETT de la Universidad de Barcelona) y Roma (Gambero Roso). Al llegar a Frutillar hizo su sueño realidad y construyó un espacio especialmente diseñado para vivir experiencias gastronómicas: Blanca & Co.

El lugar parece sacado de un cuento, como muchas otras casas de Frutillar. ¿El motivo? Al momento de construir se inspiraron en la arquitectura de la zona, utilizando tejuelas de alerce y respetando los colores que distinguen a las construcciones de la ciudad.Su ubicación no deja de ser menos idílica, en pleno corazón del barrio patrimonial, a pasos del Lago Llanquihue y 100 metros del Teatro del Lago.

Es aquí donde Blanca imparte talleres entre los que destacan los de tapas, tablas de quesos locales, tartas saladas de verduras de temporada, cocina alemana y conservas, tartas de frutas, mermeladas con frutos de temporada y kuchen.

Para Blanca “la cocina tradicional slow se basa en rescatar los productos de temporada y cocinarlos conservando todas las propiedades que tiene el producto, a temperaturas bajas y constantes; ya bien sean mermeladas, fermentaciones, estofados de carne o cualquier tipo de repostería”. 

Casa Maquis

Desde niña Maqui Cáceres se sorprendía con las maravillas de la naturaleza, por eso se formó en el mundo de la ciencia, estudió Ingeniería en Física y luego trabajó en políticas públicas para combatir el cambio climático a nivel nacional e internacional.

Cuando llegó al sur se maravilló con los ingredientes que la tierra ofrece y comprendió cómo antiguamente se vivía de manera más sostenible, recolectando ingredientes en abundancia durante el verano para luego conservarlos para el invierno. “También descubrí la increíble misión de las mujeres dedicadas al oficio de la huerta. Hay mujeres muy sabias con ancestros mapuche huilliches y mujeres descendientes de colonos alemanes que llegaron desde tierras lejanas y me han transmitido algunas de sus enseñanzas”.

Para Maqui Cáceres “mi cocina es mi mundo, el laboratorio donde investigo, creo, diseño y comparto con quienes desean vivir esta experiencia”.

Casa Maquis es un laboratorio de cocina sostenible con foco en la experimentación creativa culinaria. Los talleres integran la cocina, la creatividad y la ciencia, fomentando la curiosidad y el hacer con las manos, poniendo un fuerte énfasis en la cocina sostenible, valorando los ingredientes, su origen, ciclo de vida, el proceso de recolección y la estacionalidad. 

El Fogón del Frutillarino

Ervin Azócar nació en Frutillar y vivió ahí hasta los tres años. Luego sus padres se trasladaron a Valdivia, a la localidad de Cufeo, donde no había agua ni luz; el camino era un barrial en invierno, lo que no permitía salir ni en caballo ni en carreta. “En medio de ese paisaje, en plena Selva Valdiviana yo crecí. Era el lugar donde salía a jugar, a cazar camarones, a buscar frutos silvestres, mirando y observando todo” nos cuenta el Frutillarino. En su casa de infancia Ervin recuerda un fogón que estaba muy relacionado con la idea de la ruka y la música: “Si no estaba metido en la cordillera, estaba en el fogón. Esa fue mi primera infancia hasta los siete años, cuando regresé a Frutillar”.

El Fogón del Frutillarino es un fogón temático con comida criolla, música folclórica y leyendas del sur de Chile. Consiste en una experiencia cultural donde se puede disfrutar y aprender sobre gastronomía, música e historias del sur de Chile. Aquí Ervin Azócar recrea el espacio hogareño de su infancia, el que también se expresa en las letras de sus canciones, dando un sentido integral a la experiencia de cocina junto al Lago Llanquihue.

Para Ervin “la idea es que las personas participen de un quincho temático donde tendremos un fogón y recrearemos la vida que se da en ese espacio. Habrá comida típica que será preparada en parte por las mismas personas, para que aprendan a cocinar tortillas de rescoldo, milcao y curanto. La idea es que la gente venga a algo más que a comer y escuchar a un cantor. La idea es que vivan una experiencia completa, para que por un día sientan lo que es vivir a la orilla de un fogón”.

Por Hernán Castro Dávila

El amor por los viajes, la escritura, la fotografía y la comunicación me ha impulsado a forjar mi propio camino dentro del periodismo. Creo en nuestra capacidad de expresión como ciudadanos del siglo XXI. Yo la practico desde mi blog, las redes sociales y la educación. Si queremos que este mundo cambie, debemos comenzar por nosotros mismos.

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