En Pisco Elqui encontré un camping por $9.000 la noche. Se llamaba “Los Pipiolos”, estaba a unos 10 minutos de la plaza, tenía piscina, algunos árboles y un camino que llevaba hasta el río.
Los últimas luces del atardecer me acompañaron mientras levantaba la carpa, acomodaba mi mochila y tendía el saco. Al momento de cocinar la luna se levantaba sobre los cerros del Valle y las estrellas titilaban sobre mi cabeza.

Una de las cosas más bellas de viajar así, es que la energía se concentra en las acciones del momento y los más pequeños logros se celebran y disfrutan como grandes hazañas: armar la carpa, comer un plato de arroz con choritos y ensalada de tomates, darse un baño por la mañana.
Lo otro maravilloso es que tu habitación es del porte de un valle, la luna ilumina tus pasos y las paredes del cuarto son enormes cerros de sombra negra o gris, dependiendo de donde se encuentre la luna.

Cuando duermes en carpa la vida se siente más nómade y es más difícil obviar a quienes son tus vecinos: parejas, familias, viajeros solitarios. Todos van y vienen, en busca de este lugar de contacto con uno mismo y la naturaleza. Se siente bien viajar así.
21 de febrero del 2019
Fotografías: Virginia Muñoz
Conoce más del Valle de Elqui
El misterioso Valle de Elqui, por Nomadic Chica