Barcelona es de esas ciudades a las que siempre quieres volver. Es que en la capital de Catalunya son todas, todos y todes siempre bienvenidos. Probablemente lo que más engancha de ella, es que lo que menos escuchas, es el español. La combinación de lenguas de origen latino, árabe, escandinavo, alemán, dialectos ininteligibles del lejano oriente y del África más profundo, además del bellísimo catalán, es una ensalada de sensaciones que se mezclan en sus calles con aromas que provienen de los más diversos países y que escurren por las rendijas de los escaparates de miles de restoranes que pueblan sus callejuelas.
Barcelona, capital del mundo

Barcelona es algo así como la capital del mundo. Su ordenado desorden permite recorrer el centro caminando, en bici o en metro sin mayores complicaciones, ya que es una ciudad súper amistosa con el turista. En general, el taxista no te cobrará demás ni el dependiente de la tienda se hará el vivo. Tampoco abunda el lanza-internacional. Con un euro disparado, Barcelona es relativamente barata. Es como vivir con los precios de Santiago du Chilí.
La mezcolanza no solo alcanza al idioma y las comidas. La arquitectura de/en sus calles y sus barrios también dan cuenta de una rica historia que data de unos 4 mil años, cuando los íberos se instalaron en sus colinas. Hacia el siglo I AC, los romanos fundaron la Barcino, de donde deriva el actual nombre.
Conocerla completa en unos cuantos días, es prácticamente imposible. Sin embargo, está organizada en cinco zonas principales, que permiten darle un orden a tu recorrido: Sants-Montjuïc, Eixample-Gràcia, Ciutat Vella, Eixample-Sant Martí y el Frente Marítimo.
Sants-Montjuïc

La primera de ellas, Sants-Montjuïc, es tal vez la zona que reúne en un relativamente pequeño radio, una buena cantidad de importantes hitos históricos para la ciudad, desde la Exposición Internacional de 1929, hasta las Olimpiadas de 1992 y episodios trágicos de la Guerra Civil española. En esta zona se ubican el impresionante cementerio de Montjuïc, que data de 1883 como una necrópolis burguesa, por eso es posible encontrar en sus cientos de pasillos, obras de los más destacados arquitectos catalanes. También encontrarás en el sector, la Plaça d’Espanya, el Castell de Montjuïc y la bellísima fuente mágica, construida en 1929 y que es conocida por sus espectaculares juegos de luces y música. Claro que ahora, en época de sequía, no está operativa. Una cosa de conciencia.
Eixample-Gràcia
En Eixample-Gràcia, puedes encontrar el Passeig de Gràcia y la rambla de Catalunya, dos de las avenidas más conocidas, donde conviven las tiendas de lujo y un hermoso entramado de estrechos pasajes, en los que se combinan el modernismo con la intensa vida comercial y bohemia, supermercados atendidos por paquistaníes, tiendas de música de culto y muchos, pero muchos locales para comer. En esta zona, Antoni Gaudí, tiene una destacadísima presencia, pues en este barrio es donde levantó algunas de sus obras más conocidas y emblemáticas: las casas Battló y Milá (o La Pedrera) y el extraordinario Park Güell, que combina en perfecta armonía la arquitectura y la naturaleza. Imperdibles son su escalinata, con su colorido dragón y las 66 columnas que sostienen la plaza superior.
Ciutat Vella
Ciutat Vella es el testimonio de 2 mil años de la historia de Barcelona. Es que la ciudad estuvo amurallada hasta mediados del siglo XIX, por lo tanto, entre los límites del distrito conviven desde la Barcino original, hasta la acelerada y multicultural BCN actual. El Barrio Gótico es la parte más antigua, donde se conservan sus vestigios medievales. Otros puntos de interés son El Raval, donde habita una numerosa comunidad musulmana; la Boquería, uno de los mercados más antiguos y populares; la catedral; la plaza de Catalunya, varios museos, centros culturales y conocidos espacios como el Arco del Triunfo, el Parc de la Ciutadella, el Palau de la Música Catalana y la bellísima catedral de Santa María del Mar, una obra maestra del gótico civil catalán.
Eixample San Martí
En Eixample San Martí conviven el modernismo y la modernidad (que no es lo mismo). Ejemplos del primero, son el hospital Sant Pau, construido entre 1905 y 1930 y la Basílica de la Sagrada Familia, tal vez el ícono más conocido de Barcelona en la actualidad; una obra que comenzó a edificarse en 1882 con los planos de Gaudí y que se espera que esté terminada en 2026. No debes perder la oportunidad de entrar y recorrerla. Su nave central, vitrinas, techo, muralla, detalles. Todo, vale la pena verlo. Todito. N. de la R. ¿Sabías que Gaudí murió atropellado por un tranvía? La modernidad, en tanto, la puedes encontrar en edificios como la Torre Glòriesel, el Mueso de Diseño o el Mercat dels Encants.
Frente Marítimo
El punto más conocido del Frente Marítimo es la Barceloneta, construida junto al mar en el siglo XVIII para realojar a los vecinos que fueron retirados para construir la Ciudadela, una fortaleza militar. Hoy es el centro neurálgico del carrete, la rumba y el pescado frito, igual que Port Vell, donde además de los tradicionales restaurantes hay cientos de carritos para el bajón. Esta es la zona de playas y todo lo asociado a la tradicional vida portuaria de la ciudad; está el acuario, el Port Olimpic y varios parques donde disfrutar del clima en el verano.
Si vas en febrero, podrás participar de una de sus más tradicionales festividades: Santa Eulalia, en que los catalanes de todas las edades se vuelcan a las calles para festejar a su santa patrona local, con expresiones como la procesión de las laies, castellers y correfoc. Si lo tuyo es el fútbol, por supuesto, debes visitar el Camp Nou, el estadio del FC Barcelona. un templo de culto para todos los que somos cabeza de pelota, lleno de trofeos, campeonatos y balones de oro…
Cómo moverse por Barcelona

Para moverte, usa el metro. Los taxis son más bien caros y los Uber ni hablar. La conexión de trenes es fabulosa y todo está muy bien señalizado.
Esta ciudad no duerme. Bueno, sí, los domingos, pero en general es súper prendida, segura y tranquila, donde la vida cultural, los museos, los espectáculos, la tecnología, la arquitectura y la comida son protagonistas. A pesar de sus 4.000 años, Barcelona es una ciudad joven, afectuosa e inclusiva, donde siempre te dirán Benvingut.