
Nuestro primer día en Bangkok despertamos muy temprano con el objetivo de visitar los tres templos imperdibles de Bangkok: El Wat Pho, el Wat Phra Kaew y el Wat Arun.
Desayunamos pan con huevos y Coca Cola en un local al aire libre, en calle Rambuttri, y partimos rumbo al río Chao Phraya para tomar un ferry con destino a Tha Tien. En el trayecto vimos cuando el sol se levantaba sobre Bangkok. Desembarcamos, caminamos un par de cuadras y llegamos al Wat Pho, nuestra primera parada del día.
Wat Pho: respirando la tranquilidad del budismo

Al traspasar el umbral dos gigantes de rasgos orientales nos dieron una silenciosa bienvenida. Delante de nosotros pasaron corriendo unos niños hacia la sala de clases colindante al templo, algunas personas barrían la acera y a lo lejos se escuchaba el canto de los pájaros. Llegamos casi una hora antes de que abrieran oficialmente el templo donde se encuentra el Buda Recostado más grande de Tailandia. Esto no fue impedimento para que nos pusiéramos a caminar solos por los alrededores del templo principal.



En nuestro deambular nos encontramos con coloridas agujas que apuntaban hacia el cielo y en cuyas bases se desplegaban hermosos mosaicos con formas de flores. El tamaño de las estructuras y el detalle de sus decoraciones nos dejaron con la boca abierta. Al descubrir que alrededor de las estructuras había pasillos techados con muchas figuras de Buda en su interior, la sorpresa fue aún mayor.

El Buda Recostado


El silencio, interrumpido sólo por el canto de los pájaros volvía el ambiente de una belleza y tranquilidad que sobrecogía. Maravillados por tanta hermosura y armonía, seguimos recorriendo patios, pasillos y altares, hasta que llegó la hora de conocer el gran Buda Recostado.
Nos sacamos los zapatos, Macarena se puso una bata que le facilitaron para cubrirse -ya que no podía mostrar hombros ni rodillas- e ingresamos. El tamaño enorme de la figura, su rostro sonriente y la armonía del lugar (silencioso y con olor a inciensos) superó todas mis expectativas. Antes de sacar las fotografías de rigor guardé un respetuoso silencioso y me conmoví ante la energía que emanaba (todavía libre de la avalancha turística). Claramente el Wat Pho es uno de los templos imperdibles de Bangkok.
No deja de sorprenderme cómo el budismo promueve el desarrollo personal, la amabilidad y la felicidad, al punto que estos principios religioso impregnan la cultura tailandesa y saltan a la vista de los visitantes.
Wat Phra Kaew y el Gran Palacio: majestuosidad imperdible

Desde el Wat Pho partimos caminando hacia el Gran Palacio. Para llegar hasta la entrada tuvimos que bordear uno de sus costados y caminar a lo largo de una feria de antigüedades. En el trayecto aprovechamos de comprar una par de bolsas con mango para hidratarnos. Más de una vez nos detuvieron para decirnos que el palacio estaba cerrado, pero como ya estábamos al tanto de esta forma de timo, seguimos caminando como si nada.
Wat Phra Kaew



Una vez dentro del recinto amurallado, partimos nuestro recorrido por el maravilloso Wat Phra Kaew, un fastuoso conjunto de templos y chedis, custodiados por guardianes gigantes en cada una de sus entradas. En el centro, se alzaban tres construcciones grandiosas: Phra Siratana Chedi, Phra Mondop y Prasat Phra Monthian Dharma. La primera era un enorme chedi dorado; la segunda correspondía a una bóveda alargada, rodeada de pilares delgados y adornada con mosaicos dorados; mientras que la tercera era una templo, en cuyo centro emergía una estructura piramidal que se proyectaba hacia el cielo. Estas tres construcciones estaban juntas y sus cúpulas se podían observar desde fuera del Gran Palacio.



Frente a este conjunto arquitectónico se alzaba el Templo del Buda Esmeralda, una bella construcción rodeada por pequeñas figuras protectoras de color dorado y mosaicos con espejos de colores. Dentro de este edificio, sobre un cúmulo de figuras, descansaba el Buda más venerado de Tailandia: el Buda Esmeralda. Esta pieza fue descubierta en Chang Rai, raptada por los laosianos y posteriormente recuperada por los tailandeses. Hasta este lugar llegan los fieles y le rinden respeto a Buda a través de oraciones y reverencias, así como encendiendo velas e inciensos. Claramente es templo no te lo puedes perder en tu paso por Bangkok.
Chakri Maha Prasat Hall


Luego de sentarnos en silencio ante el Buda Esmeralda y dar un último recorrido entre los templos, enfilamos hacia el Chakri Maha Prasat Hall, lugar que fuera residencia real por muchos años y que aún se utiliza para ceremonias oficiales. El techo de este edificio tiene una arquitectura similar a los templos, pero su cuerpo es de forma europea, plasmando una mezcla entre tradición tailandesa y modernidad occidental.
Agotados de tanto trajín fuimos hasta las cercanías de la parada Tha Chang, a un costado del río, y pedimos un par de platos de comida tailandesa en un restaurante callejero. La cerveza y los fideos de arroz salteados con camarones, poco a poco nos devolvieron el alma al cuerpo.
Wat Arun: Una vista a Bangkok que no puedes dejar de disfrutar

Ya más repuestos, atravesamos en ferry el río Chao Phraya hasta la parada Wat Arun. Desembarcamos y caminamos entre hermosos jardines hasta que entramos a un templo.
La bendición de un monje budista

Dentro del recinto nos encontramos con un monje budista entregando bendiciones en un idioma inteligible para nosotros. Luego de atender a una familia, el monje sonrió y nos hizo avanzar de a uno hacia él. Me acerqué a paso lento, dejé unas monedas en un tiesto y me senté a la usanza oriental, con las piernas cruzadas. El monje me saludo con una venia y comenzó a orar al tiempo que cogía unas varillas, las sumergía en agua y luego me lanzaba gotas desde la tarima. Era la primera vez en años que participaba de un rito religioso. Me sentí muy bien. De todas las religiones que conozco, esta es la que más me simpatiza. Al finalizar el monje me solicitó que extendiera la mano y me ató una pulsera de lana blanca en la muñeca que me acompañaría durante el viaje. Todo estaba bien.

Siguiendo nuestro camino atravesamos unos estrechos pasillos y nos encontramos con la representación de un Buda gordo y sonriente, una figura humana con cabeza de elefante y dos hileras de campanas que unos niños tocaron mientras transitaban por el lugar.
Subir al Wat Arun



Finalmente llegamos a la principal construcción del Wat Arun, ubicada justo a la orilla del Chao Phraya. Decorado con bellos mosaicos, de tonos más grises y opacos que en el Wat Pho y Wat Phra Kaew, también cuenta con figuras de aspecto demoníaco que hacen las veces de columnas vivas que sostienen la estructura piramidal. El Wat Arun es un ícono de Bangkok, ideal para ser observado desde la orilla opuesta del río a la hora del atardecer.


Para rematar la caminata del día, iniciamos el ascenso por una estrecha escalera de elevados escalones. Desde la parte superior de la estructura alcanzamos una vista panorámica del Chao Phraya y la capital de Tailandia. No nos quedó más que quedarnos en silencio y tratar de guardar en la retina la imagen del río surcado por todo tipo de embarcaciones, las endebles casas en sus orillas y el horizonte lejano donde la modernidad se alzaba en la forma de brillantes edificios.

Bangkok resplandecía de humanidad venida de todas las naciones, de todas la épocas, bajo el manto protector del budismo. ¡Qué hermosa ciudad!
Datos Prácticos
- Entrada al Wat Pho: 100 THB ($1.675) (3 USD)
- Entrada al Palacio Real: 1000 THB ($8.370) (15 USD)
- Entrada al Wat Arun: 50 THB ($837) (1,5 USD)
- Mango cortado en bolsa de plástico: 20 THB ($335) (0,5 USD)
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11 de marzo del 2014
2 respuestas a «Tres templos imperdibles de Bangkok»
Gracias por este paseo 👏👏👏 que ganas de volver a Tailandia 🤤 un slaudo
Tailandia es increíble. Me alegra que te gustara el relato. ¡Un abrazo!