Estaba en mi trabajo cuando recibí un mensaje por Instagram invitándome a un día de playa en Matanzas. Nuestra oficina no es un mal lugar para estar. Trabajamos harto, escuchamos música y nos reímos de vez en cuando mientras el olor a marihuana entra desde la ventana. (Hace unos días alojé a una joven francesa, quien sorprendida me decía que en Valparaíso huele a marihuana en todos lados… Y así es).
La oficina donde trabajo no es un mal lugar, pero cuando es verano, nadie en su sano juicio podría rechazar un invitación a la playa. Pedí un día administrativo, avisé a mi jefe y partí rumbo a la capital. Desde ahí saldría un bus con destino a Matanzas. Y así fue.
Arriba íbamos algunos bloggers de viajes, influencers y youtubers. Éramos alrededor de veinte personas las que fuimos invitadas cordialmente para un día playa en este balneario del centro de Chile, cuyo nombre es difícil de olvidar.


Luego de casi tres horas de viaje, desembarcamos del bus como en un paseo de curso. Seguimos a nuestra “profe jefe” y llegamos a la entrada del Hotel Surazo. Ahí nos esperaba un letrero con sabia frase en inglés firmada por Viu Manent: Life is better with wine.
Caminé unos pasos más allá y una brisa de aire marino y un hermoso paisaje se desplegó ante mi mirada. Aguas celestes, cielo claro y salpicado por algunas nubes, al fondo unas rocas y sólo unas cuantas personas yendo de aquí para allá. Todo era sinónimo de naturaleza y libertad.



Respiré profundo y me volví a reunir con el grupo. Mientras algunos se alejaban para hacer clases de surf, yo opté por tomar mi cámara y salir a sacar fotos alrededor del hotel. El día estaba precioso para eso. Luego de caminar y disfrutar del paisaje regresé y me instalé en unas bancas a disfrutar de la vista al mar.



Un poco más allá, en la terraza, el somelier servía las copas para una degustación de vinos frescos Viu Manent. Pasamos a la mesas y fuimos probando una a una de las copas. Primero ver, luego oler y finalmente degustar, distinguiendo entre sabores más secos y frutales. Luego nos trajeron tablas con panes de betarraga, salsas, quesos, frutos secos y jamón serrano.
Si Matanzas ya era bello, con esos vinos helados y la comida sabrosa se transformó en un paraíso del que no daban ganas de partir. Entre copa y copa el fotógrafo registraba a los influencers y yo conversaba con un youtuber de viajes.



Así estuvimos hasta que nos trajeron el almuerzo. Yo opté por carne mechada con ñoquis, acompañado por una copa de Gran Reserva Chardonnay Viu Manent. Y para cerrar una degustación de postres maravillosos: Crème Brùlée, Muffin relleno de chocolate caliente y sorbete de frutos rojos. ¡Estaba delicioso! Los platos del resturante del Hotel Surazo son un lujo.
Entre todos no parábamos de reír y conversar. Realmente fue una tarde maravillosa. Llena de vinos de primera calidad, comida sabrosa, excelente atención y un paisaje para no olvidar. En ese momento descubrí que el paraíso (al modo de los dioses griegos) estaba en Navidad y se llamaba Matanzas. Gracias a Viu Manent y Hotel Surazo por tremenda invitación. Estuvo fantástico.
12 de enero del 2019