Escondida un poco más abajo de la Plaza Joaquín Edwards Bello se alza una antigua casona que mira elegante y melancólica hacia las paredes oxidadas del cerro Concepción, la calle Urriola y la bahía de Valparaíso. Hasta ella se accede por la escalera Apolo, donde te encontrarás con un cartel que anuncia La Colombina.
La Colombina
Con más de 35 años, La Colombina es uno de los primeros restaurantes que se instaló en el cerro Alegre, a pasos del Museo Baburizza, en una casona tradicional donde se mantuvo la decoración, los muebles, la terraza y un hermoso jardín donde descansan esculturas, plantas y flores en esa extraña tranquilidad, que sólo los cerros de Valparaíso pueden dar, mientras el tráfico circula acelerado y ruidoso por el “lejano” Plan de la ciudad.
La Colombina mantiene ese aire de antaño, ahora acotada al segundo piso de esta casona inglesa en el cerro Alegre, la que mantiene su mismo estilo clásico, elegante y nostálgico que persiste entre recovecos y quebradas. Dentro descansa un piano rodeado de cuadros de inspiración francesa, viejas vitrinas y una hermosa barra.
“La Colombina es un café, bistró, bar y espacio de arte, cuyo nombre evoca a una de la figuras más celebradas de la comedia del arte italiano, también llamada Coralina y Esmeraldina”, cuentan en el sitio web del restaurante.
Un poco de historia

Rodrigo Díaz nos cuenta un poco de la historia de La Colombina: “Este es un espacio que tiene 35 años. Nace con Carmen Luz González Infante, quien adquirió esta propiedad para transfórmala en un restaurante y cafetería. Con el tiempo la propiedad se dividió en tres niveles y La Colombina se mantiene en el centro, luego de un par de años cerrada por la pandemia”.
Rodrigo manifiesta que La Colombina siempre se ha caracterizado por la música: “Hoy contamos con espectáculos de tango, bossa nova y otras temáticas”, donde el también oficia como cantante.
Restaurante y café
El restaurante se caracteriza por recuperar la tradición de la comida italiana expresada en exquisitos risotos y pastas. Más los infaltables pescados y mariscos del puerto.
En mi regreso a La Colombina disfruté de unas deliciosas machas a la parmesana a lo fondiu (nadando en una paila de greda con queso derretido); y la Trilogía del Mar, un plato que recién regresó a la carta y que es toda una obra de arte: Congrio sellado, salmón grillado y pulpo salteado al ají cacho de cabra , ajo y aceite de oliva en salsa holandesa acompañado de risotto fruti di mare a la aceituna amarga del valle de azapa. ¡Estaba exquisito!
De postre fui por una torta de panqueque con lúcuma y manjar que disfruté con un té de hoja, que forman parte de la carta del café que también pueden disfrutar quienes visiten el local. ¿Y tú, ya has visitado esta joya gastronómica de la ciudad?