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Crónicas

Caspana: Tesoro oculto del desierto

En los alrededores de San Pedro de Atacama y en una profunda grieta del desierto, surge un pequeño valle de verdes colores y tímido río: Caspana

A 180 kilómetros de San Pedro de Atacama y a 3200 metros sobre el nivel del mar emerge un enigmático y maravilloso pueblo prehispánico, que solo la naturaleza quiso que existiera en medio de tanta aridez. En Caspana la vida vegetal y humana se aferran en estrecha complicidad a los hilos de agua que lo cruzan.

Bienvenidos a Caspana

Es cerca de mediodía y el sol implacable del norte de Chile amenaza con acompañarnos sin una gota de aire fresco.

Es verano de 1998 y viajo a bordo de un jeep junto a un turista francés, uno brasileño y mi amiga chilena de infancia. No tenemos compañía vegetal ni menos animal, solo algunas costras de sal irrumpen en la monotonía del seco paisaje.

De pronto, cuando parecía que nada nos sorprendería, un tesoro guardado celosamente por la naturaleza aparece ente nuestros ojos.

La tierra estaba abierta en una profunda grieta de la cual surgía un pequeño valle de verdes colores y tímido río. Era el bello Caspana.

Hortalizas y flores

La presencia de ricos pastos, árboles y cultivos en terraza, ubicados en las paredes de la quebrada, nos hacen olvidar por un momento que estamos en el desierto.

Las casas están construidas en piedra liparita (piedra volcánica blanca y blanda) y techos de coirón.

El tiempo parece transcurrir más lento, hasta el curso del río Caspana fluye reposadamente. Se escuchan algunas aves y una suave brisa nos regala su fresca presencia.

Cruzamos los hilos del río por el puente peatonal construido en piedra canteada por los habitantes de este pueblo altiplánico. Desde ese lado del río se observan los ordenados cultivos en terraza de los cuales obtienen papas, cebollas, perejil y también flores. A ellos el pueblo debe su subsistencia, ya que además de autoabastecerse, comercializan los productos cosechados en el mercado de Calama. Pero, principalmente, este poblado prehispánico se ha mantenido por siglos gracias al recurso hídrico que, aunque escaso, reviste gran importancia en la ocupación humana de este territorio.

Pueblo Viejo

Seguimos caminando, ahora, por calles angostas y embaldosadas en piedra. El guía advierte que estamos en el Pueblo Viejo.

Llegamos a unos muros altos, son los que protegen a la iglesia San Lucas, declarada Monumento Nacional. Fue construida en los tiempos del Comendador de San Pedro en el año 1641.

Como muchas otras iglesias del norte, cuenta con una sola nave separada del campanario y con una pequeña sacristía lateral. El campanario se levanta en tres niveles y posee una escalera interior. En un costado destacan coloridas cruces adornadas con flores de papel.

Desde este lugar sagrado para los habitantes de Caspana, nos retiramos en silencio.

Descendemos con el mismo sol que nos recibió. El francés sigue sin creer el espectáculo que el desierto nos ofreció… el resto de los turistas lo sentimos igual.

Por Ana Carolina Silva

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