Valparaíso en perspectiva, una conversación con Todd Temkin

A Todd Temkin lo recordaba como creador de la Fundación Valparaíso y columnista de El Mercurio de Valparaíso. Hace 20 años, mientras  yo vivía en una pieza de la calle Almirante Montt y leía fotocopias para la carrera de Periodismo, Todd hacía las gestiones para que la ciudad fuera declarada Patrimonio de la Humanidad.

Los cerros Alegre y Concepción estaban a punto de saltar del anonimato barrial y el olvido de una ciudad encallada en el tiempo, a telenovelas, portadas de diario y discursos políticos. Valparaíso nunca más sería la misma.

Por eso me llamó la atención cuando casi 15 años después Todd Temkin me siguió en Twitter y lo sentí mucho más cercano que en sus columnas impresas. De hecho, hace unos días respondió a una pregunta que hice en la red social. Entonces aproveché el vuelo y le pedí una entrevista.

La ruta del poeta

 

Todd arribó en Chile siguiendo los pasos de Pablo Neruda. De origen estadounidense llegó a Santiago por un proyecto relacionado con el bate chileno. Inicialmente se quedó en la capital y viajaba dos días a la semana a Valparaíso. Hasta que el puerto lo atrapó.

En 1995 decidió vivir en Valparaíso. Pero no contento con eso, en 1998 creó la Fundación Valparaíso y se la jugó por la postulación a Patrimonio de la Humanidad ante la Unesco.

Entre 1998 y el 2005 adquirió un protagonismo tal que hasta un joven y despistado estudiante de periodismo podría haberlo reconocido en la vía pública. Al principio todo parecía bien, pero como diría Todd: “Uno piensa que ser un personaje público puede ser agradable, hasta que lo eres”.

Ya para el 2010 estaba cansado y agobiado por la exposición pública, “se decía que el gringo era más poderoso que el alcalde”. No pasó mucho tiempo hasta que se compró un terreno en la Patagonía, pero sin dejar Valparaíso del todo.

Ya sin escribir sus columnas en El Mercurio de Valparaíso, mucha gente pensó que hasta se había muerto. Pero no era así. Simplemente había decidido bajar de perfil.

Una conversación en el Café República

 

Mientras tomo un cortado en el Café República Independiente de Playa Ancha, veo la silueta de Todd tras la ventana. Abre la puerta, se acerca hasta mí y me saluda con una sonrisa en los labios. Pide un jugo de piña y comenzamos nuestra charla.

¿Qué fue lo que más te gustó cuando llegaste a Valparaíso?

“Recuerdo una de las primeras caminatas que hice, después de llegar de Estados Unidos en 1993. Estaba subiendo por Templeman, una calle distinta a la de hoy, y pensé “pucha que sería linda esta ciudad si alguien la pintara”. Cuando cree la Fundación Valparaíso algunos años después tenía ese discurso sobre el turismo: pintar las casas e incluso avalar el historicismo falso como el del Hotel Brighton.”

“Pero con el paso del tiempo he evolucionado con la ayuda de mucha gente hasta ver diversos tipos de Valparaíso. Por eso me avergüenza un poco recordar esa primera impresión.”

¿Cómo has visto el paso del tiempo en Valparaíso?

“¡Es otra ciudad! El Valparaíso que yo conocí hace 26 años era visto como una ciudad pobre que uno olvidaba camino a Viña del Mar. Recuerdo que cuando me comenzaron a entrevistar porque Valparaíso postularía a ser Patrimonio de la Humanidad, la elite santiaguina se moría de la risa. ¡Valparaíso en la misma lista con Praga, Estambul y Venecia! Lo encontraban muy divertido. Pero ahora a esa misma elite tú la puedes ver caminando por la ciudad cualquier sábado o domingo.”

“El ánimo de los porteños suele ser cíclico. Cuando Valparaíso es declarado Patrimonio de la Humanidad se produce una euforia y luego caímos en un hoyo más profundo. Volvió el fatalismo. Había mucha expectativa en que la declaración de Patrimonio nos iba a cambiar. Y nos cambió. Pero la gente no se da cuenta.”

“Esta ciudad es totalmente distinta a lo que era hace 25 años. Mantiene ciertos elementos identitarios, pero es una ciudad mucho más dinámica. Es una potencia en la producción de cultura. Acá está el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio y se realiza Puerto de Ideas, un festival de calidad internacional».

¿Cómo evalúas la relación del puerto con Valparaíso?

“Mal. Urge una ley de puertos que coloque al menos un 49,9% de la propiedad de la empresa portuaria estatal en manos de los municipios. Los tres concesionarios que son TPS, TCVAL  y Terminal de Cruceros pagan un arriendo por el uso del puerto que va a parar la capital y se gasta en el Transantiago. Y los costos de ser una ciudad portuaria, debe financiarlo la municipalidad. La lógica es que en Valparaíso, San Antonio, Coquimbo y todas las ciudades portuarias deberían recibir al menos la mitad de lo que pagan los concesionarios. Y ellos están totalmente de acuerdo. A TPS le rompe el corazón escribir un cheque por  millones de dólares todos los años al Fisco y saber que esa plata no se va a gastar en Valparaíso.

¿Cómo ves el T2?

“Es un proyecto en que en todas sus etapas de estudio se sabía que había alternativas mejores. Contra la opinión de los expertos de la época, EPV compró el discurso de una de las grandes empresas navieras, dependiente del grupo Urenda. Se casaron con el T2 hace como 15 años. Hubo una primera instancia en que no se presentaron ofertas, pero en vez de modificar el proyecto siguieron adelante.”

“Ya hemos perdido 15 años. Los empresarios y el gobierno le echan la culpa a los porteños, por ser pesados y recalcitrantes. Nos pasan la cuenta a nosotros por un error del gobierno. Fue un error que pasó de Frei a Lagos, de Lagos a Bachelet, de Bachelet a Piñera y de Piñera de vuelta a Bachelet.”

¿Qué rol debería cumplir el turismo en Valparaíso?

 

“Un rol muy importante, entendiendo siempre cuál es el turismo de Valparaíso. Ya que esta, es una ciudad de turismo cultural y no de turismo recreacional. Para ver lo que pasa con una ciudad de turismo recreacional hay que ver por ejemplo a Cartagena que hace 120 años era el balneario top de Chile y han pasado generaciones desde que los abandonaron. Fue un destino que explotaron y luego partieron en busca de otro.”

¿Qué tipo de turismo predomina hoy en Valparaíso?

“Creo que Valparaíso va bien encaminado en ese sentido. La mayoría de los empresarios turísticos ya aprendieron. Los restaurantes chicos, atendidos por sus propios dueños, ya aprendieron. Los que no entienden a veces son las personas que hacen las políticas de turismo: Sernatur, los ministros. Ahí existe una falta de delicadeza.”

“El gobierno de Lagos fue el mejor gobierno para Valparaíso. Era el presidente que mejor entendió y el que más hizo por la ciudad. Bajo su gobierno se crearon subsidios Corfo para transformar casas en restaurantes y lofts. Fue un proyecto muy exitoso en su momento. Pero estamos viviendo con esa misma política 20 años después. No ha habido una evaluación en las políticas del Estado hacia la ciudad. Valparaíso todavía vive bajo las políticas del gobierno de Lagos. Menos mal que era bueno, pero hay que darle otra mirada.”

“Otra acción que costó mucho fue lograr convencer al gobierno que comprara los ascensores de Valparaíso. Yo estube dando la pelea a través de las columnas en el diario. Trabajé con los gobiernos de Bachelet y Piñera. Y por dentro pude ver las malas decisiones. Estos ascensores se debieron haber comprado mucho antes. Porque era la única solución y la inversión no era tan grande. Estamos hablando de 15 monumentos nacionales, patrimonio mundial. ¡Cuánto tiempo se perdió en tomar esta decisión! Mientras se gastaban millones en construir nuevas líneas de metro y subsidiar el Transantiago.”

¿Cómo evalúas el proceso de gentrificación que se vive en algunos sectores de la ciudad?

“Lo he conversado con gente de Unesco. Hay ciudades 20 veces peor que Valparaíso en ese sentido. La opinión general de los expertos de Unesco e Icomos es que Valparaíso es un ejemplo bueno. Cartagena de Indias puede ser un ejemplo equivocado, donde tomas todas las iglesias las transformaron en hoteles cinco estrellas; o Pelourinho, en Salvador de Bahía, donde los habitantes originales del barrio ya no pueden vivir ahí.”

“¿Ha existido gentrificación en los cerros Concepción y Alegre? Sí.. Pero la misma geografía de Valparaíso impide que la ciudad entera se gentrifique. Esta es una ciudad que siempre tendrá diversidad.”

“Además, Valparaíso tiene gente extraordinaria con un excelente discurso sobre el patrimonio intangible y la autenticidad. Esta ciudad tiene una cantidad de intelectuales extremadamente fecunda, comparado con otras ciudades patrimoniales de América Latina.”

“Valparaíso tiene una cantidad de académicos, arquitectos, urbanistas, poetas, artistas, pensadores, filósofos de una extraordinaria profundidad. Y yo reconozco que tuve que aprender de ellos, sobre todo en un principio, cuando estaba en esa parada que había que pintarlo todo. Y luego descubrí que no era así. He evolucionado en el tema, pero lo he hecho a golpes.”

¿Crees que estas personas tienen acceso al discurso público?

“Probablemente no, pero tienen la genialidad de afectar el discurso. Puerto Barón es un ejemplo.”

14 de marzo del 2019